martes, 5 de enero de 2010

Identidad y Medio Ambiente

Alumna: Ericka Nancy Lopez

Identidad y Medio Ambiente


Análisis sobre “Cultura”
El concepto “cultura” tiene diversos significados. Principalmente este concepto ha sido analizado desde la perspectiva antropológica. Aquí una definición: “Cultura es el término que usan los antropólogos para describir el objeto de su disciplina”.
En el texto de Esteban Krotz ésta definición encuentra lugar al plantear la historicidad de su análisis. El autor establece que el concepto “cultura” tiene un periodo de crisis que da origen a su desaparición y, posteriormente propicia su reaparición. Es decir, el concepto encuentra una coyuntura al presentar una orientación inicial en la visión marxista donde se privilegiaba a la “estructura”, a la esfera de producción económica y la relación entre clases dentro de la sociedad capitalista.
Posteriormente el interés antropológico se concentró en “una caracterización de clase del campesinado” y de las vías de desarrollo del capitalismo en la agricultura en México” y en “el potencial revolucionario del campesinado, con un énfasis sobre su definición como clase a partir de un análisis concreto de sus demandas, luchas y organizaciones” (Paré, 1991:11)
Esta coyuntura se desarrolló sobre una matriz de rechazo a los “tradicionales estudios de comunidad”, con la finalidad de superar la limitación inherente de los estudios de pueblos y comunidades tomados como entidades autocontenidas mediante su análisis como partes de un país. Diversos factores internos y externos contribuyeron para que la orientación marxista y el énfasis en “lo social” de la antropología británica se combinaran para rechazar la identificación de la antropología como la “ciencia de la cultura” caracterizada por desarrollarse dentro del marco norteamericano.
Para el caso mexicano la noción de cultura regresó a través del “folklore”. Fueron los escritos de Antonio Gramsci los que permitieron otorgarle importancia al concepto de “cultura general” el cual contenía el estudio de diversos sectores, son cuatro principalmente: los pobres urbanos y su vida cotidiana, los obreros industriales y su segmentación en el trabajo; los procesos de movilización y las expresiones simbólicas; y, la representación política referente a los intereses políticos. Estas nuevas orientaciones de análisis permitieron una conexión entre el estudio microsociológico de barrios urbanos, grupos migrantes campo-ciudad, obreros fabriles y secciones sindicales.
Así, la insistencia gramsciana de estudiar detalladamente el “folklore” como la “concepción del mundo y de la vida” (Cerroni, 1981:44) constituyó un impulso fructífero para la ampliación significativa de los campos fenoménicos del estudio. Este aspecto de otorgarle relevancia al término “folklore” contribuyó a voltear la mirada hacia otras prácticas sociales como los fenómenos religiosos, los conocimientos y prácticas populares, el interés por artesanías y fiestas, las identidades colectivas y tradiciones orales, y sobre las condiciones de vida femenina. Los nuevos temas de interés sobrepasarían los anteriores, el interés por estudiar los actos sociales desde una perspectiva marxista fueron disminuyendo al igual que los realizados únicamente sobre el campesinado.
Una característica de esta nueva percepción de “cultura” es su variada determinación adjetivada, es decir, anteriormente se analizaba a la cultura como término universal, donde todas las actividades hallaban una expresión, con su reaparición se determinaron sus variantes adjetivadas. Con ello surge la “cultura adjetivada” como elemento que permite el estudio especializado de diversos sectores, que serían definidas como “subculturas”. Éstas tendrán como propósito el estudio de ciertos rasgos culturales, en algunos casos aislados; o será analizado por totalidades integradas en la realidad social-cultural.
Se ha escrito en relación de métodos etnográficos en abundancia y de su relación con la investigación antropológica partiendo del supuesto de ser, ambas, descripciones detalladas de algún fenómeno social-cultural. Sobre esto, la cultura aparece como el resultado de las manifestaciones humanas originadas por cualquier grupo de personas. Un ejemplo son las leyes indígenas, que crean sistemas de reconocimiento y vinculaciones sobre los grupos o personas que conforman una comunidad indígena, es su organización y su vinculación con los demás grupos lo que confiere diferencia entre ellos. Otro ejemplo es la religión (vista como un factor cultural) y su impacto en el desarrollo de prácticas, es decir, una muestra clara es el modelo económico capitalista y su relación con el protestantismo. Así, la cultura puede retrasar o acelerar el proceso de modernización.
Anteriormente se mencionó que el concepto “cultura” ha sido analizado desde diversas perspectivas, principalmente desde el ámbito antropológico. En el caso de la sociología se han realizado estudios de la cultura desde tres grandes grupos (Smith, 1998): la teoría cultural europea, la teoría cultural británica y la sociología cultural estadounidense.
• Teoría cultural europea. Sus aportes se basan principalmente en elementos teóricos y cualitativos desarrollados por Habermas, Foucault o Bourdieu. aquí, el individuo adopta las normas a través de la violencia, es decir, la agresión es parte de la cultura.
• Teoría cultural británica. Influida por el “marxismo británico” de Thompson y Hobsawn, que fue quizá pionero en reconocer la incidencia de la cultura en los hechos sociales.
• Teoría cultural estadounidense. Enfocada en un campo de estudios más centrado en la sociología y menos político, estudiada por Clifford Geertz, Jeffrey C. Alexander o Philip Smith.
En este último análisis se caracteriza por desarrollarse bajo la influencia de Durkheim y Weber que abogan por una autonomía del estudio cultural, más allá que el enfoque de Marx. Las explicaciones buscadas son multidimensionales, pudiendo hallarse causas simultáneas en la cultura, en la estructura social o en los actores individuales (Cabello, 2001)
Asimismo, Héctor Tejera realiza una crítica al enfoque económico y demográfico que domina los estudios culturales. Menciona que el análisis de la cultura desde niveles regionales es necesario para la reflexión sobre la cuestión del pluriculturalismo, ya que la generalización y particularización de los estudios realizados empaña el alcance de las prácticas culturales desarrolladas por diversos actores sociales. Este autor entiende “cultura” como un sistema significante el cual a partir de representaciones y prácticas dentro de un contexto que les imprime sentido, permite la producción, reproducción y transformación de un orden social y material, siendo ella parte inherente al mismo.
El sistema social influye en las conductas, valores, normas, imponiendo formas de comportamiento. Es importante decir que presenta una definición de “cultura nacional” como: designa un espacio social, generalmente cohesionado por un Estado, en el que se abren los ámbitos para el reconocimiento de la diversidad y, por tanto, de la existencia de culturas particulares que se desenvuelven en el contexto nacional. De la misma forma concibe otro concepto, “cultura dominante” como: hace referencia y está ligado a los esfuerzos por hacer tabla rosa de las diferencias y particularidades a través de una política cultural por parte de los grupos hegemónicos; es decir, el cómo se cuenta la historia.
Partiendo de lo anterior, los valores son vinculaciones que pueden llegar a modificarse en un largo plazo. Contrariamente, las normas y conductas pueden cambiar en un corto tiempo. Así, las normas fungen como cohesionadores sociales con fines de control social, logrando su interiorización. Tejera define que “las culturas” (o como se mencionó anteriormente, las culturas adjetivadas) son un elemento subordinado o fenoménico en la comprensión de los procesos sociales, su permanencia y diversidad es un resultado de su atraso o del mantenimiento de estructuras socioeconómicas que responden a determinadas racionalidades económicas.
Me parece importante hacer mención de las ideas de Tejera, ya que encuentro relación entre las culturas adjetivadas que estudia Krotz y su definición de “culturas”. Asimismo, desarrolla su planteamiento dentro de una orientación marxista que se ve influenciada en su idea de racionalidades económicas como el factor que subordina las acciones sociales.

Continuando con otra línea importante de “cultura” encontramos el planteamiento de Pierre Bourdieu quien logra dar una visión completa e influyente sobre el tema. Desde la sociología de la cultura ofrece elementos que cambian la forma de entender “lo social”. Establece que la ideología parte de una dualidad. Primeramente de una visión basada en el marxismo y en el estructural-funcionalismo, donde la estructura económica subordina a la súper-estructura. Aunado a ello, la cultura presenta una interrogante dual de posiciones, una objetiva y otra subjetiva que partirá del cuestionamiento de su articulación. Para lograr desarrollar su planteamiento construye una síntesis planteada en el habitus, en los campos (formas específicas para producir las relaciones), en el capital cultural y en la violencia simbólica existente.
Partiendo de dichos conceptos Bourdieu analiza las relaciones de producción desde el ámbito del consumo con el interés de recabar información que permita el re-planteamiento del materialismo histórico a partir de prácticas culturales como el arte, la educación y la cultura. Su principal interrogante surgió de la idea de conocer ¿cómo son las experiencias de clase? Es decir, su interés radica en entender y explicar la cultura desde una base marxista que confiere características básicas de tal expresión teórica. Ante esto establece que el acceso a las obras culturales es privilegio de las clases cultivadas.
El materialismo histórico como su base teórica será dejada de lado al definir y orientar la información en aspectos cualitativos y por tanto empíricos, más que cuantitativos. Así, establece que la cultura es fundamental para entender las relaciones y las diferencias sociales caracterizadas por estar compuesta de estructuras simbólicas, producto del reconocimiento, legitimidad, ejercicio de autoridad y de prestigio.
En relación con el materialismo, el planteamiento de Bourdieu se caracteriza por su enfoque simbólico del consumo, donde la forma de utilizar bienes y signos son los puntos relevantes; serán los campos de producción y reproducción de relaciones objetivas los que desarrollaran el monopolio del poder donde se engendrara la creencia del valor; las relaciones económicas serán fundamentales siempre y cuando tengan relación con el poder simbólico, al contribuir a la reproducción y diferenciación social; y, se plantearan las relaciones de producción en cualquier campo como un elemento que puede contribuir a la exclusión o selección, sin que éstos tangan esa finalidad.
Los campos se caracterizan por la existencia de un capital en donde se lucha por la obtención o preservación del capital. Es un espacio de conflicto y de competencia para establecer el monopolio sobre el capital con el interés de hacerse de autoridad y poder. Bourdieu establece que los campos son los espacios en donde se lleva a cabo “un mercado de bienes simbólicos” contrariamente de que los bienes culturales sean ofrecidos a todos, no lo pertenecen. Es la burguesía quien marca la diferenciación social en lo simbólico, lo estético es lo importante. Inversamente lo popular se rige por la practicidad y la funcionalidad. La necesidad y escacés económica condena a la gente simple y modesta a gustos simples y modestos.
Otro concepto manejado por Bourdieu es habitus definido como el proceso en que lo social se interioriza con los individuos y hace que las estructuras subjetivas concuerden con las objetivas. Son sistemas de hábitos socializados desde la infancia. Por ello, la cultura como medio de comunicación y cohesión social es también quien separa a la sociedad al otorgar instrumentos de diferenciación a los sectores de clase. Un ejemplo son las ideologías encargadas de expresar la división de trabajo, creadas desde sus campos específicos.
Por último el autor establece que la cultura legitima y disimula la opresión social estimulada por el poder simbólico y las relaciones no simbólicas con las estructuras.
Otra línea importante que interesa al estudio de la cultura es su enfoque sociológico. Por ello Jeffrey Alexander desarrolla un interesante análisis entre la Sociología de la Cultura y la Sociología Cultural. Su enfoque se concentra en el desarrollo de este último concepto afirmando que "puede ofrecer un programa fuerte en el que el poder de la cultura consiste en conformar la vida social, proclamada con fuerza”. Asimismo el autor establece que la especificidad de un programa fuerte radica en la capacidad de reconstruir hermenéuticamente textos sociales de una forma rica y persuasiva; necesitando de una geertziana "descripción densa” de los códigos, las narrativas y símbolos que constituyen redes de significado.
Entretanto, Alexander enfatiza que "la comprensión de Bourdieu (en referencia) de los vínculos de la cultura con el poder resulta ser insuficiente para ajustarse al modelo de programa fuerte”. Esto sucede porque en el planteamiento bourdiano siempre existirán sistemas de estratificación definidos por la clase, en donde la cultura se impone para que los grupos dominantes puedan emplear códigos simbólicos que legitimen su dominio.
En su propuesta, serán los sociólogos contemporáneos (Geertz, Bellah, Tuerner y Sahlins) quienes escribieron contra la corriente reduccionista de los sesenta y setenta e intentaron poner el relieve la textualidad de la vida social y la autonomía necesaria de las formas culturales. Principalmente las nuevas aspiraciones que se plantean para la conformación de un programa fuerte se basan en la interdisciplinariedad.


Marco Específico: Identidad y Medio Ambiente.
Identidad se atribuye siempre en primera instancia a una unidad distinguible, cualquiera que ésta sea. De acuerdo con Gilberto Giménez la identidad se forma, se mantiene y de manifiesta en y por los procesos de socialización que crean conciencia en el individuo sobre su papel en su colectividad. Esto quiere decir que la identidad implica la percepción de ser idéntico a sí mismo a través del tiempo, del espacio y de la diversidad de situaciones. ”Digamos entonces que la identidad se halla siempre dotada de cierto valor para el sujeto, generalmente distinto del que confiere a los demás sujetos que constituyen su contraparte en el proceso de interacción social. Y ello es así, porque aún inconscientemente, la identidad es el valor central en torno al cual cada individuo organiza su relación con el mundo y con los demás sujetos” (Giménez, 2000:66).
Lo local o lo regional, e incluso lo temporal están ligados con el entorno, por ello las cualidades medioambientales pueden relacionarse con la formación de la identidad individual y colectiva. Inicialmente, desde un enfoque determinista, la relación identidad-medio ambiente será justificada al señalar que el entorno físico determina no solo el modo de organización social, sino de la naturaleza de la cultura, el carácter y el temperamento de los pueblos. El medio ambiente crea limitaciones para la actividad humana, pero ello no deja de lado las transformaciones que hace el hombre como agente de cambio en los ámbitos medio ambientales.
”Una de las concepciones más precisas del término medio ambiente explica que medio ambiente es el conjunto, en un momento dado, de los aspectos físicos, químicos, biológicos, culturales y sociales susceptibles de tener un efecto directo o indirecto, inmediato o a largo plazo, en torno a los seres vivientes y las actividades humanas” (Gómez, 2003,10)
Otras definiciones más comunes establecen que el medio ambiente es el sistema de elementos abióticos, bióticos y socioeconómicos con que interactúa el hombre, a la vez que se adapta al mismo, lo transforma y lo utiliza para satisfacer sus necesidades. Existen otras conceptualizaciones del término, todas cumplen con la idea fundamental de informar qué es el medio ambiente.
La identidad, por consiguiente, orienta al individuo en su comunidad, donde el temor a lo diverso, a lo que hay de diferente en otras culturas, tal vez debilita. Los individuos se identifican con su comunidad local y nacional, a pesar de las controversias que en éstas existan.
En el transcurso del siglo XX surgió una línea importante de la sociología, fue su conexión con las disciplinas naturales. Un primer periodo de impulsó fue en las décadas 1920 y 1930 con el surgimiento de la "Escuela de Chicago” y sus orientaciones hacia la "ecología humana”. Este eje de investigación buscaba analogías inspiradas en los aportes de la ecología.
En la década de 1970, esta línea de trabajo se estableció por segunda vez, dando lugar a lo que Catton y Dunlap en 1978 denominarían como "sociología ambiental”. A diferencia de la ecología humana, ésta nueva vertiente intenta comprender los procesos societarios por medio de un paradigma no antropocéntrico. De esta manera, su objeto de estudio se cimenta en la identificación de conductas, valores y percepciones socioambientales, movimientos ambientalistas, poder y participación social, articulación de las ciencias, evaluación de riesgos y nuevas tecnologías, política ambiental, ambiente construido y evaluación de impactos sociales.
Cabe señalar que los problemas ambientales se caracterizan por su naturaleza hibrida, es decir, de acuerdo con Eduardo Mora (1995) en ellos se combinan elementos físicos y sociales, que generan distorsión a la realidad cuando son analizados solamente por metodología cuantitativa. La experiencia de investigaciones sobre este campo ha demostrado que los conflictos ambientalistas son complejos y heterogéneos, por lo que deben ser analizados desde vertientes que provoquen la transdisciplinariedad apoyados en metodología cualitativa.
Los especialistas identifican los fenómenos ambientales como los hechos de la realidad donde se articulan componentes de la sociedad y la naturaleza, por ello constituyen acciones culturales de apropiación, adaptación y transformación del medio ambiente. Así, los problemas ambientales son producidos dentro de los fenómenos cuando el vínculo establecido entre la sociedad y la naturaleza padece fallas de racionalidad, que suscitan conflictos de intereses entre los sujetos sociales.
El sociólogo Eduardo Mora apunta que los problemas ambientales tienen origen en una serie de oposiciones entre la sociedad y la naturaleza, siendo las más importantes: la aplicación de modelos de desarrollo económico y el mantenimiento del equilibrio en los ecosistemas, las orientaciones ideológicas productivistas y consumistas del ambientalismo, el crecimiento socioeconómico planificado y el crecimiento errático, la ignorancia de las acciones con incidencia en los ecosistemas naturales y la participación consciente de la sociedad, el acceso a las tecnologías ecológicas más modernas y la imposibilidad de acceso a éstas, y a la legitimación social de un sistema legislativo de protección y regulación del ambiente y su desobediencia (Mora, 1998).
Por otra parte, Enrique Leff argumenta que la racionalidad ambiental se articula mediante cuatro niveles de racionalidad: sustantiva, teórica, técnica y cultural. Ésta constituye “el ordenamiento de un conjunto de objetivos explícitos e implícitos a través de medios e instrumentos, reglas sociales y culturales, normas jurídicas y valores estéticos, sistemas de significación y de conocimiento, teorías y conceptos, métodos y técnicas de producción” (Leff, 1994)
Los movimientos ambientalistas se caracterizan por su manifestación dentro de un contexto de crisis. Es decir, su origen está en la ruptura con las formas tradicionales de enfrentamiento con el poder y el rechazo a sus canales de intermediación y acceso a los espacios de confrontación, negociación y concertación política. Sus principales demandas se concretan en la diversificación de espacios de acción y participación social, la reivindicación de estilos tradicionales de visa, los derechos étnicos, culturales, religiosos, femeninos y sobre el patrimonio ancestral de los recursos naturales, contra el sometimiento y explotación de grupos sociales y por la reapropiación y autogestión del medio ambiente (Kánepa y Núñez).
Aunado a lo anterior es adecuado señalar que los medios de difusión juegan papeles muy importantes dentro de discursos ambientalistas que muchas veces responden a intereses financieros y mercantiles, donde frecuentemente los problemas ambientales son minimizados o adecuados según los intereses. De este modo se establece un ciclo de “información” que no siempre refleja las causas reales y concretas de los problemas que afectan al medio ambiente, manipulado a la opinión pública.
La sociología ambiental es criticada por la incidencia de los intereses económicos y/o financieros y de las condiciones políticas que reprimen la participación social en la gestión ambiental, a los efectos de la globalización, a la ideología y discurso político de la teoría de la modernización ecológica y a las ambigüedades de la definición oficial de desarrollo sostenible.

Marco Regional: La Zona Costera del Caribe
“El Caribe es la casa del sincretismo” argumenta Liliana Gómez en su obra titulada Identidad y medio ambiente. De esta frase parto para decir que la historia del Caribe está marcada por elementos míticos y por fuerzas mágicas que trascienden fronteras nacionales. Su complejidad es tal, que concentra al primer país independiente de la América no inglesa: Haití, y el primer y único país socialista de toda América: Cuba, lo que otorga singularidad histórica y política.
De manera general se pueden puntualizar algunos aspectos históricos que son relevantes para la mejor comprensión de su dinamismo.
• Total o parcial extinción de la población aborigen por efecto de la conquista,
• Establecimiento de la trata negrera como método para obtener la fuerza de trabajo,
• Establecimiento de la institución esclavista,
• Establecimiento del sistema de plantaciones como unidad productiva clásica, y
• La presencia de fuertes movimientos migratorios asiáticos.
Aspectos a los que hace alusión Joel James cuando cita que: “[…] a un Caribe así visto de le ha denominado en algún momento `síntesis de la humanidad´”. (Gómez, 2003:13)
Información geográfica establece que la zona costera a nivel mundial supone aproximadamente 18% de la superficie del planeta, 8% de la superficie marina, y un total de 400 000 km lineales. Se considera que en ella vive 62% de toda la población y que se han establecido 70% de las ciudades con más de 1.6 millones de habitantes. Contrariamente, el hombre ha planificado la degradación de estas zonas al realizar el 90% de la captura pesquera global, esto explica los conflictos que tienen como escenario las costas y la necesidad de prácticas se sustentabilidad para su manejo.
Las costas sustentan la mayor parte de la población humana debido a que en ellas están la mayor parte de los ecosistemas más productivos del planeta, con una gran biodiversidad. Es así como en el Caribe, como en muchas otras regiones, la zona costera está integrada a la vida social y económica de la región desde que los hombres se volvieron sedentarios.
Desde el inicio de las civilizaciones se llevaron a la práctica actividades que inauguraron un estilo de explotación intensa de recursos naturales (sin pensar en el futuro) que provocó paulatinamente la destrucción de múltiples regiones.
Actualmente, y desde décadas atrás, surgió un consenso de crisis en la mayor parte de las zonas costeras. Esto tiene sus orígenes en las actividades que impactan de manera negativa adichas zonas. Los ríos, arroyos, desagües y canales han arrastrado, y continúan haciéndolo, una carga contaminante que viene desde regiones tierra adentro y que actúan como conductos de contaminación hacia el mar, por lo que es evidente su impacto en los diversos hábitats costeros, confirmando su vulnerabilidad.
Los alimentos y aguas contaminadas matan a miles de personas anualmente. Por si eso fuera poco, la contaminación ambiental y los aditivos químicos en alimentos trastornan el sistema metabólico y provocan problemas de salud. El agua contaminada, por ejemplo, es un caso expuesto en la actualidad al que autoridades e instituciones no han hallado solución por completo. La erosion de la tierra es algo alarmante y que a continuación se mencionará más a detalle, en este momento sólo se dirá que es resultado de la deforestación desordenada y los desmontes para uso agrícola de la agricultura trashumante, el sobrepastoreo, el monocultivo y el mal uso de los suelos en las practicas agrícolas han contribuido a la crisis actual en el medio ambiente.
Aunado a lo anterior debe decirse que la ganadería, la agricultura y la silvicultura acrecientan la contaminación ambiental por medio del exceso de nutrientes, la presencia de sustancias tóxicas como los plaguicidas, desinfectantes, pesticidas, herbicidas, etcétera. Lo más trascendental es el modo de contaminación de una zona costera a otra, frecuentemente se debe al arrastre generadas por las corrientes marinas o atmosféricas.
Gómez establece que “puede afirmarse que la salud de un ecosistema está íntimamente vinculada con la de otros en el área. Empero, la costa no sólo se afecta por las condiciones locales, también está expuesta al efecto de eventos globales. […] En este contexto pueden citarse fenómenos como la erosión, los desastres naturales y los cambios climáticos” (2003:18).
Esta autora concluye al respecto que es necesario realizar un análisis integral del estatus de las comunidades costeras que manifiesten sus costumbres, tradiciones, movimientos migratorios externos e internos. Estos estudios no podrán excluir el análisis de las comunidades aborígenes y la influencia de sus culturas autóctonas, debido a que la identidad está arraigada más allá de las prácticas de vida que fueron resultado de la conquista española.
Aunado a lo anterior no debe olvidarse la importancia de la historia agraria en las islas del Caribe, así como las deferencias entre ellas. La relevancia de esta actividad se encuentra en su desarrollo desde inicios de la colonización europea y que persistió con fuerza hasta el siglo XX, por razón de plantaciones. Los países más interesados en establecer y desarrollar empresas de plantación en el Caribe fueron seis: España, Inglaterra, Francia, Holanda, Dinamarca y Estados Unidos.
Un factor que incrementa y promueve la erosión es el estancamiento de la economía formal de la madera que ha fomentado la proliferación de los mercados negros de que viven los talabosques clandestinos.
La evolución sociocultural es un aspecto fundamental que debe considerarse para realizar un análisis integral de las regiones costeras. Anteriormente se mencionó que la sociología ambiental debe desarrollar sus investigaciones apoyándose en aspectos cualitativos que proporcionen enfoques humanistas, en el caso de las zonas del Caribe, y en cualquier otro que se perciba con características similares, debe promoverse la identificación y comunicación de las comunidades caribeñas.
Sobre la identificación de las comunidades con sus lugares de origen, es idóneo comprender la relación que existe entre los habitantes y su entorno. En la historia del Caribe ha permanecido una constante lucha por el protagonismo entre el hombre y el mar, este último definido como símbolo de identidad que cohesiona a comunidades y promueven su identificación con cada atributo que describe su medio ambiente.
El compromiso actual con el medio ambiente demanda un manejo integrado de las zonas costeras en el que intervenga la comunidad y, por tanto, el hombre, suscitando su estudio en un contexto guiado por el pensamiento global y local, así como de las particularidades de casa comunidad, incluidas sus problemáticas y aspectos culturales. Las dificultades de las regiones en el escenario actual, es resultado de la contaminación, el uso excesivo de los recursos, de las desigualdades sociales y muchos aspectos más que vinculan el ámbito político, histórico, geográfico, ecológico, económico, entre otros.





Bibliografía
• Gómez Luna, Liliana. Identidad y medio ambiente. Enfoques para la sustentabilidad de un bien común. Editorial Siglo XXI. México, 2003.
• González Martínez, Alfonso. Crisis ecológica / Crisis social unas alternativas para México. Editorial Concepto, México, 1979.
• Krotz, Esteban. “El concepto cultural y la antropología mexicana: ¿una tensión permanente?” en Krotz, E., “La cultura adjetivada: el concepto cultura en la antropología mexicana actual a través de sus adjetivaciones” UAM-I, México, 1993.
• Tejera Gaona, Héctor. La identidad y el análisis regional. En Nueva Antropología, vol. VI, no. 18, México, 1994.
• Giménez, Gilberto. “Materiales para una teoría de las identidades sociales” en Decadencia y auge de las identidades. Editorial Colef y Plaza y Valdés, México.
• Kánepa, Candice y Núñez Lilia. Sociología ambiental y ambientalismo en Cuba. Funcionarias del Centro de Inspección y Control Ambiental y del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, en Cuba. http://www.una.ac.cr/ambi/revista/77/Kanepa.html
• Cabello, Antonio Martín. Sociología de la Cultura y Sociología Cultural: La Situación en España. Universidad Alfonso X El Sabio, Madrid. 2001 http://sincronia.cucsh.udg.mx/cabello.htm

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