martes, 5 de enero de 2010

La jaula de la melancolía. ROGER BARTRA

ALUMNA: ROCIO CARMONA LAGUNAS
NOMBRE DE LA UEA: SEMINARIO VIII CULTURA, IDENTIDAD Y NACION.

La jaula de la melancolía. ROGER BARTRA

La nación es el más hollado y a la vez mas impenetrable de los territorios de la sociedad moderna. La mayoría sabe que las líneas negras en los mapas políticos son como cicatrices de innumerables guerras, saqueos y conquistas; pero también sospechamos, que además de la violencia estatal fundadora de las naciones, hay antiguas y extrañas fuerzas de índole cultural y psíquica que dibujan las fronteras que nos separan de los extraños.
Estas fuerzas son sin embargo responsables de la opacidad del fenómeno nacional. Esta opacidad oculta los motivos profundos por los cuales los hombres toleran un sistema de dominación. Y con su paciencia le imprimen un sello de legitimidad a la injusticia, desigualdad y explotación.
En este ensayo me propongo penetrar en el territorio del nacionalismo mexicano y explotara algunas manifestaciones, para avanzar en el estudio de los procesos de legitimación del Estado Moderno.
Siempre es necesario ejercer una cierta violencia para que las cosas entreguen, por decirlo así, las claves de su conformación. Por eso la propia violencia social la que mejor revela los misterios de la sociedad. Pero la escritura, también es capaz de violentar la realidad para penetrar en sus arcanos. Le interesan las reflexiones sobre lo mexicano es una construcción imaginaria que ellos mismos han elaborado, con la ayudad decisiva de la literatura, arte y música.
Para el estudio de la cultura política dominante que se desarrollan del mexicano después de la revolución de 1910. Pero la literatura sobre el carácter nacional mexicano son solo será el objeto de estudio de este ensayo; será también un medio de realizar una crítica a la cultura.
Los estudios sobre el mexicano constituyen una expresión de la cultura política dominante. Esta cultura política hegemónica se encuentra ceñida por el conjunto de redes imaginarias de poder, que definen a las formas de subjetividad socialmente aceptadas, y que suelen ser consideradas como la expresión más elaborada de la cultura nacional.
La subjetividad mexicana está compuesta por muchos estereotipos psicológicos y sociales, héroes, paisajes, panoramas históricos y humores varios. Los sujetos son convertidos en actores y la subjetividad es transformada en teatro. Así el estado nacional capitalista aparece al nivel de la vida cotidiana perfilado por las líneas de un drama psicológico.
Roger Bartra, ha escogido algunos aspectos del mito del carácter nacional, un conjunto articulado de estereotipos construidos a partir de las imágenes que la clase dominante se ha formado de la vida campesina y de la existencia obrera, del mundo rural y urbano. Con ello se ha forjado una completa mitología que tiende a sustituir el formalismo de la democracia política por una imaginería que provoca una cohesión social de tipo irracional.
Una gran parte del carácter nacional mexicano, es descrita, exaltada y criticada por los intelectuales positivistas y liberales de principios de siglo por ejemplo en las obras de Ezequiel Chávez, Manuel Gamio, Julio Guerrero, Martin Luis Guzmán, Andrés Molina Enríquez, Justo Sierra y Carlos Lerdo de Tejada. Reacción anti positivista: Antonio Caso y José Vasconcelos quienes hacen una convocatoria de un nuevo espíritu nacional.
Entre 1928-1931, Samuel Ramos contribuye más a inventar el perfil del homo mexicanus. En esa época tiene auge en Estados Unidos los estudios sobre el carácter nacional a los que fueron aficionados muchos sociólogos y psicólogos del siglo XIX. En México se deja sentir la influencia de Georges Sorel, Gustave Le Bon y de Ortega y Gasset, quienes contribuyen a inyectar en la clase media intelectual un verdadero pánico a la masificación del hombre moderno y al progreso de la sociedad industrial.
A partir de 1950 las especulaciones sobre lo mexicano viven un auge extraordinario, de forma decisiva con El laberinto de la Soledad de Octavio Paz, posteriormente Alfonso Reyes y bajo la dirección de Leopoldo Zea.
Las metáforas que se desprenden del uso del axolote como modelo tienden a agruparse en dos polos:
Por un lado se encuentra el sujeto activo y dinámico, se halla la idea de la metamorfosis y del cambio, la noción del YO interrogante. Del otro lado, se halla el pasivo y oculto, el objeto melancólico y estático. Así la dualidad metamorfosis/melancolía pasara por diversas fases, para simbolizar una alarga cadena de polaridades: Occidente y Oriente, civilización y salvajismo, revolución e inmovilidad, ciudad y campo, obreros y campesinos, razón y emoción.
Bartra parte de la idea posmoderna o desmoderna, según la cual la ironía se encuentra en el hecho de que no existe una inocente y sublime y dialéctica totalidad, ni en los hechos ni en la teoría, sino que nos enfrentamos a un mundo heterogéneo y divido.
Simulacro.
En la naturaleza no hay realmente sino individuos, y los géneros, ordenes y clases solamente existen en nuestra imaginación. Buffon, Historia natural.
El edén subvertido.
Los campesinos suelen proyectar sobre la melancolía moderna de una larga sombra de nostalgia y melancolía. Son los sobrevivientes de una época que no ha de volver y cuyo recuerdo despierta una tristeza íntima, pero capaz de expandirse por la sociedad para gestar un fenómeno cultural y político.
Bartra intenta procurar un reflexión sobre la forma en que la cultura moderna crea o inventa su propio paraíso perdido; la manera en que la sociedad industrial capitalista como una reacción a sus propias contradicciones busca insistentemente un estrato mítico, donde se supone que se perdieron la inocencia primita y el orden original.
un edén mítico, indispensable no solo para alimentar los sentimientos de la culpa ocasionados por su destrucción, sino también para trazar el En México la reacción de la historia agraria es un ingrediente esencial en la configuración de la cultura nacional, su piedra clave sin la cual la coherencia del edificio cultural se vendría abajo.
Un proceso mediante el cual se inventa perfil de la nacionalidad cohesionadora, indispensable, para poner un orden en una sociedad convulsionada por la veloz llegada a la modernidad y sacudida por las contradicciones de la nueva vida industrial. Estos campesinos pensados por dese la ciudad y por la cultura moderna son el fantasma, de recuerdos borrosos en la memoria colectiva: son los ancestros recordados que como una larva se reproducen en el pensamiento. En un lugar en donde el presente y el pasado se confunden para excluir el futuro.
La reconstrucción de un pasado rural mítico se enfrenta al horror real de la sociedad industrial: la oposición del pasado y del futuro. Esta polaridad permea profundamente el pensamiento occidental; pero cuando este desarrollada en las situaciones límites del tercer mundo.
Aunque está abierta la herida que la metralla revolucionaria de una sociedad moderna, orientada por los signos del futuro y del progreso, ha infligido el pasado rural e indígena. A través de esta cultura política resuella: y en nombre del dolor por el pasado quebrantado inventa un perfil del hombre actual que corresponde, punto por punto, al mito del edén subvertido.
El mito del edén subvertido es una fuente inagotable en la que abrevia la cultura mexicana. La definición actual de la nacionalidad le debe su estructura intima a este mito. Por ello, es un lugar común pensar que los mexicanos resultantes del advenimiento de la historia son almas arcaicas cuya relación trágica con la modernidad las obliga a reproducir permanentemente su primitivismo.
De esta la metáfora de Alfonso Reyes, según la cual los mexicanos con los anfibios del mestizaje: soportan todos los pecados de la modernidad, pero aun viven inmersos en la edad de Oro.
El mito del edén subvertido en México adquiere dimensiones de epopeya por dos razones principales:
 por la antigüedad del proceso, que arranca de la Conquista Española y adquiere la forma de choque y fusión de culturas diferentes,
 paradoja y drama, porque el fin del mundo rural es iniciado por una de las más grandes revolucionarios campesinas del siglo XX.
El héroe de esta epopeya imaginaria es un personaje singular, pues pertenece a una estirpe d seres dolientes y agraviados. Es un ser extremadamente sensible, temeroso, recelosos y susceptible.
El luto primordial
El ritmo lento, melancólico, y trágico de México, de ese México lugar de encuentro de distintas razas y antigua arena de conflictos políticos y sociales. Malcolm Lowry, Bajo el Volcán.
La imagen que se va configurando del mundo rural siempre es la del pasado que ha sido necesario inmolar, por este motivo la imagen se construye de manera paralela y muy similar a ese omnipresente arquetipo occidental al que tanto deben la psicología y la literatura: la melancolía. El catalogo de los síntomas clásicos de la melancolía es extraordinariamente semejante a los rasgos que la tradición sociológica y antropológica le asigna al campesino. Es asombroso el paralelismo entre la dualidad melancolía-manía de los psiquiatras y la polaridad rural- urbana de los antropólogos.
Él estereotipo de campesino como ser melancólico, ha llagado a convertirse en uno de los elementos constitutivos más importantes de llamado carácter del mexicano y de la cultura nacional.
en 1901, es un estudio de psiquiatría social del mexicano Julio guerrero menciono que el espíritu se sosiega pero la reacción es en sentido depresivo; y por eso el mexicano que no tiene alcohol, aunque no es triste por naturaleza tiene largos accesos de melancolía. A partir de esta manera de pensar, comienza a tejer la mitología de las diversas facetas o mascaras del mexicano, ser singular en el que se contrapuntean la ferocidad y la misantropía, la burla y el estoicismo, el capricho y la pereza, la bestialidad y la falta de aspiraciones. El personaje mítico que en México ha sido colocado como un símbolo de toda la nación es el pelado, que es una especie de campesino urbano, semi-asfixiado por la ciudad, que ha perdido el edén rural y no ha encontrado la tierra prometida. El pelado es recuperado la horrenda imagen porfirista del lépero, esa plebe, que era vista por científicos del siglo XIX como un pozo de vicios, de animalidad y de atavismos sanguinarios, resurge a los ojos de la intelectualidad pos revolucionaria como el pelado, dominado por un sentimiento de inferioridad. La intelectualidad mexicana ha convocado con frecuencia a este personaje ancestral.
La idea de melancolía configura uno del o ejes fundamentales de la cultura occidental. Cuándo la cultura mexicana adopta a la melancolía como uno de sus signos distintivos y peculiares, en realidad esta conectándose y diluyéndose en el amplio torbellino de la historia occidental. La historia de la melancolía tiene varias vertientes, dos de ellas: uno nos lleva a la tragedia de la Caída: el alma sufre angustias y tristezas inauditas que la enloquecen, por culpa de antiguos pecados. Conduce al drama de héroe o del genio que debe cargar con la pesada carga de la melancolía a cambio o de la lucidez con que puede mirar al mundo y crear: es el terrible precio del conocimiento y el poder. Martin Luis Guzmán ubico con precisión los dos puntos: en primer lugar desde la conquista o desde los tiempos precortesianos, el indio postrado y sumiso, indiferente al bien y al mal. Sin conciencia, con el alma convertida, incapaz de una esperanza. Y en segundo lugar, la sistemática inmoralidad de la política mexicana, en donde obedece a un mal congénito.
En el estado melancólico confluyen peligrosamente el genio y la estupidez, el hombre excepcional y la bestia, el civilizado y el campesino. el intelectual encuentra, que hay algo que une su angustia con las pavorosas miserias del inframundo de la sociedad, la hez de la sociedad, los campesinos más pobres, los muertos de hambre del campo, tiene algo en común: la soledad.

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